Por Catalina Martínez Duarte
A propósito de las celebraciones por el Día de la Libertad de Expresión 2023, encontramos el discurso escrito hace tres años por nuestro colega Juan José Caballero Cortés, que muestra el paso de un gobierno municipal de Tulancingo, que es tachado en varios sentidos como “gris”; también la situación planteada sigue vigente.
Juanjo como lo conocemos, se inició en los medios de comunicación como locutor comercial-musical en noviembre del 2003 como arte de la XENQ; 13 años más tarde entró en el área de noticias en el Notimóvil de la misma radiodifusora y conduciendo la tercera emisión de Enlace Hidalgo, con el apoyo y confianza del maestro Alejandro Wong.
Para entonces y hasta la fecha el informar se convirtió en una forma de vida, no sólo tras el micrófono, sino también haciendo trabajo como reportero, lo que llevó a ingresar al Bisemanario Ruta en el 2017; en el 2020 crea su portal Hidalgo Diario Digital, espacios donde sigue su labor hasta la fecha.
Precisamente en el 2020 fue invitado a ser el orador en la ceremonia que cada año se hace en el jardín La Floresta con compañeros los medios y las autoridades municipales; con la claridad que lo caracteriza expuso; (dejamos el texto original para recordar algo que ya está en la historia de municipio tulancinguense y del país).
“En México, desde hace 69 años se intenta celebrar cada 7 de junio el derecho que tenemos de expresar nuestras ideas, reflexiones y opiniones de manera libre a través de cualquier medio.
Sin embargo, queda claro que, a pesar de los intentos por hacer valer el derecho humano de la libre expresión, esos intentos se han quedado sólo en los protocolos anuales, en los discursos, en letra muerta.
La realidad es cruda, muy lejana de lo que buscan los artículos sexto y séptimo constitucionales; y artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pues en lo que va del 2020, en México ya suman seis los comunicadores asesinados y 159 si contamos desde el 2000 a la fecha, lo anterior, según cifras de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
La muerte de un ser humano por sólo expresar sus ideas u opiniones es totalmente reprobable e inadmisible, y muestra la pobreza moral de quien lo hace y el poco compromiso de las autoridades para garantizar la libre expresión, por esto estamos lejos de poder celebrar la libertad de expresión.
El periodista y el reportero buscan la verdad y transparencia en la sociedad, poner la información a disposición de la mayor cantidad de personas, para que con base en ello puedan elegir lo que consideren más adecuado, mejorando así el funcionamiento democrático de la sociedad; pero algunas autoridades y personajes políticos ven esta profesión como un peligro.
Quizá para que no hubiera persecución y agresiones a periodistas, las autoridades deberían de ponerse en los zapatos del comunicador y ver que nosotros no creamos los problemas, sólo comunicamos que hay problemas, así mismo, nosotros no creamos historias de éxito, solo las narramos, si las hay.
En los últimos cuatro años, Tulancingo ha tenido como autoridad a un comunicólogo, el L.C.C. Fernando Pérez Rodríguez, y sin temor a equivocarme, han sido muy pocos los alcaldes, gobernadores y presidentes en México que tienen formación periodística.
El tener a un comunicólogo como autoridad en Tulancingo debió traducirse en un periodo de bonanza para el periodismo en Tulancingo y un ejemplo para otros en cuanto a libertad de expresión, porque usted, señor presidente, por más de 25 años estuvo al frente de un noticiario ejerciendo la crítica, y seguramente, cada siete de junio exigía un genuino respeto a la libre expresión.
Por eso, presidente Fernando Pérez Rodríguez, a tres meses de dejar la administración creo que valdría mucho la pena que evaluara cómo fue su tolerancia a la crítica y opinión de los distintos medios de comunicación, con el fin de saber cómo está el vestido llamado libertad de expresión en México, con un pequeño botón de muestra.
Si no censuró, si no intimidó, si no ocultó información y enarboló la plena libertad de pensamiento, expresión y opinión de los periodistas y reporteros, siéntase orgulloso de ello, porque habrá honrado a la coherencia, a su profesión, a sus valores universitarios y familiares, y a lo más sagrado del periodismo; la verdad y la credibilidad.
De lo contrario, se demuestra que la libertad de expresión es una falacia, un acto condicionado a no manchar la imagen de los políticos, porque si un comunicólogo no permite la libre expresión, entonces, estamos en serios aprietos. Pero a pesar de eso, seguiremos buscando informar con honestidad y profesionalismo”.