Vivencias de un Trailero
(Ultima Parte)

Por Gustavo Flores

Continuando con las vivencias de un trailero, no todo viaje de uno de ellos significa una lista de asaltos o de pesares de quien ha viajado por varios estados de la república mexicana, también se incluye el riesgo laboral por el que atraviesa quien se dedica a este oficio y a los efectos tanto físicos como mentales que llegan a tener posteriormente.

Don Alfredo en una ocasión traía mercancía de Tijuana, y ya estando en los Mochis, Sinaloa, a las 7.00 a.m. ya en la rampa de descarga, se acercaron unos tipos, lo asaltaron y se lo llevaron a un hotel cercano, donde lo retuvieron aproximadamente 5 horas bajo amenazas de muerte, los ladrones al ya haber vaciado el camión, soltaron a Don Alfredo. A él le urgía salir de los Mochis por miedo a represalias, pero el patrón lo presionó para que se trasladara a Guadalajara a levantar el acta de denuncia, ya estando en Pasteje, Estado de México, le hicieron una indagatoria con detector de mentiras para deslindar responsabilidades (algunos patrones llegan a sospechar de los choferes).

Otra vivencia, ocurrió cuando viajaba en convoy de Guadalajara a México a la altura de Lagos de Moreno, Jalisco, sucedió un accidente, el tráiler que venía al último perdió el control y se volteó, cuando se regresaron a auxiliar al chofer, Don Alfredo y dos compañeros más lo vieron sobre la carretera, haciéndoles señas para que lo ubicaran, lo insólito, cuando llegaron a donde se había volteado el tráiler, encontraron al chofer prensado, pero ya sin vida, a lo que los compañeros concluyeron que su compañero que les hacia señales, era porque se estaba despidiendo de ellos.

Recordó Don Alfredo que cuando manejaba su tráiler, a veces cantaba, escuchaba música, reía y también le entraba la nostalgia porque había ocasiones que no podía estar con sus hijas y su esposa cuando tenían algún evento, aún no existían los celulares y sólo llamaba por teléfono cuando encontraba un establecimiento y se comunicaba al rancho o con una de sus hermanas en la Ciudad de México para reportarse cómo y por dónde andaba.

La comunicación entre traileros era a través de radio de banda civil (Una radio de banda civil es un dispositivo de comunicación que utiliza una frecuencia de radio para transmitir comunicaciones de voz a larga distancia. Estas radios utilizan «canales» para determinar qué frecuencias utilizar, de modo que varias estaciones puedan operar en la misma zona sin interferir entre sí, el canal 20 es un canal de frecuencia media que suelen utilizar los camioneros y conductores de larga distancia.)

El canal que siempre dejaban abierto Don Alfredo y los traileros, era el canal 5, porque ahí es donde se informaban si en la carretera había un accidente, un animal, un derrumbe, una inundación o algo que comunicarse entre ellos. Inclusive para informar cuando un trailero manejaba por algún lugar solitario y riesgoso se comunicaban con el compañero que venia por el mismo rumbo y se esperaban en algún lugar para viajar en convoy.

Algunas palabras claves de traileros que Don Alfredo me enseñó son las siguientes: Mis cristalitos (mis hijos), Mi espejo (mi hermano), Mi primerísimo, mi primerísima (mi padre, mi madre), Mi cajita (el radio C.B.), Cajita musical (el Estéreo), Las Morenas (las llantas), La petrolera (la gasolinera) La caracola, los caracoles (El carro, los carros), También tenían sobrenombres, a Don Alfredo le decían “Ricolino”

En la noche se trabaja mejor porque transitan menos carros chicos y es más fresco adentro de las cabinas; antes se transmitía el calor que producía el motor, el olor de combustible y hasta el ruido, a la cabina, ahora los tráileres están aislados de estos inconvenientes y como dijo don Alfredo, ya no huelen a combustible los choferes.

Las personas en común catalogan sin razón a los traileros de drogadictos, mugrosos y mal vestidos, pero no comprenden que las circunstancias del cliente los obliga a viajar de noche porque las mercancías y productos alimenticios tienen que estar en el lugar de destino temprano para poder estar en las tiendas departamentales o bien en los centros de redistribución, (en dichos centros llegan a descargar diariamente hasta 3 mil tráileres diariamente, como ejemplo tenemos a la central de abastos de la CDMX)

Las personas tampoco comprenden que los traileros no comen sus alimentos en tiempo y forma, ellos en la carretera llegan a comer en restaurantes llamados “Cachimbas” (restaurantes de comida rápida) donde también conviven, descansan e intercambian experiencias y anécdotas, inclusive las mismas meseras de las “Cachimbas” tienen información de algún accidente cercano para decidir si pueden continuar o no sus viajes. En ciertas ocasiones Don Alfredo comentó que en las gasolineras también hay espacios para que puedan darse un baño e inclusive pernoctar de forma segura, claro en su camarote respectivo.

El tiempo de trabajo de un trailero es de un mes continuo con una semana de descanso y quien asume el trabajo en su lugar es otro chofer que le llaman “posturero”.

Como lo indicó Don Alfredo al principio de este relato sobre los efectos físicos que suelen tener algunos traileros que se llegan a dañar la vista por tantas horas de manejar de noche, terminan con los nervios alterados e inclusive con enfermedades como la diabetes, que le dio a Don Alfredo quien adquirió esta enfermedad por los sustos, accidentes que vivió y la alimentación chatarra que llegó a consumir; lleva 25 años con este estilo de vida y relató que también sufre de daños renales por estar tantas horas sentado y manejando, él le llama daño renal terminal, como le comentan los médicos (se termina la función del riñón) ahora se hace cada tercer día la hemodiálisis, (la maquina hace la función del riñón y saca las toxinas) Con un gesto de cierta tristeza Don Alfredo dijo que: “Estamos viviendo una etapa artificial”, “Es una vida hospitalaria”, “Ahora solo cuido mi vida personal”.

Un consejo sabio que dijo Don Alfredo “No todo en la vida es trabajar, no lo vemos a la larga”, Si volviera a nacer y me preguntaran si quisiera ser trailero, lo volvería a hacer. Ahora convive con su familia, añorando recuerdos y platicando con excompañeros traileros.

Como vemos, la vida de un trailero no es tan sencilla como creemos, por temporadas largas no ven ni disfrutan a su familia, algunos no se alimentan bien por juntar dinero y tener una vida mejor, no descansan a sus horas y en cada viaje arriesgan su vida. Desde pequeños vemos tráileres en las carreteras de todo el país, choferes con gran audacia en el manejo, y nos sorprendemos, nos preguntamos qué llevan en las cajas sin imaginar que la mayoría de las cosas y alimentos que tenemos en nuestras casas fueron trasladados por estos grandes y audaces traileros.

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