Por Gustavo Flores
En una consulta médica conocí al doctor Eliud, quien después de atender mi salud me comenzó a platicar algunas anécdotas de las cuales me llamó la atención, cómo en los años setenta la vida era tan diferente tanto en el campo como en la ciudad, al igual que los valores humanos, y la hermandad entre amigos, por lo que decidí escribir sus relatos como un ejemplo de vida para lograr la meta de estudiar una carrera profesional, aun con escasos recursos económicos.
Pareciera una historia sencilla, pero con grandes reflexiones para los que no valoran el costo social y el apoyo familiar para lograr concluir los estudios deseados.
Eliud González Gamero, nacido el 1 de abril de 1955, en Atotonilco el Grande, Hidalgo, comentó con gran entusiasmo su historia de vida con gran detalle, hijo del profesor Pipino Morales Pérez y de Máxima Gamero Vargas.
Sus primeros pasos en el área escolarizada en Atotonilco el Grande, fueron en el jardín de niños Cruz Monter, la primaria en la escuela Doctor Antonio Peñafiel, donde logro una beca en 5° y 6° año, siendo el primero y único niño becado en ese periodo escolar, Eliud recordó que uno de sus grandes trabajos escolares, fue la realización de los mapas de la división política de los continentes europeo y asiático, trabajo que realizó sobre unas tablas de madera de 2 por 3 metros y que a la fecha se conservan en la primaria donde estudió.
Ya en la secundaria federal “Lic. Jorge Viesca Palma” (ahora se nombra secundaria general), igual becado, participó en un concurso de composición literaria, obteniendo el tercer lugar, así como en la colaboración de un semanario, denominado “El mensajero”, que dirigía el subdirector de la secundaria Lidio Yáñez Hurtado, en el cual Don Eliud siempre era mencionado en el cuadro de honor por sus altas calificaciones, también formó parte de la estudiantina, como primera mandolina, ya que desde su casa practicaba música en un viejo “banjo” , que tiene la misma escala y afinación que un violín y una mandolina, ya estando en tercer año también participó en el grupo musical de los maestros, tocando el contrabajo.
Al terminar la secundaria, Don Eliud tenía que esperar 8 meses para poder continuar sus estudios en la escuela preparatoria de la UAH, mientras en ese espacio de tiempo se integro en un grupo musical (ya con instrumentos eléctricos). Luis García Pérez tocaba la guitarra requinto, quien a la fecha es médico militar jubilado, Víctor Manuel Ballesteros García, (finado) quien, a pesar de su discapacidad por enfermedad, interpretaba los teclados con la habilidad de leer partituras y dentro de sus capacidades, Víctor Manuel también pintaba al óleo, de forma brillante., además de ser un gran historiador, catedrático y escritor de la UAH, Jorge Armando Ballesteros Carreón, primo de Víctor, en la batería, jubilado como inspector de telesecundarias, Albino Ascencio Flores, en el bajo eléctrico, actualmente médico cirujano y ultrazonografista y don Eliud en la guitarra de acompañamiento, médico cirujano, médico legal y forense y pasante de derecho (este 22 de febrero de 2024 recibirá su carta de pasante). El grupo musical de Don Eliud llegó a interpretar canciones de “Los Doors”, “La Tribu”, “La Revolución de Emiliano Zapata” y canciones versátiles mexicanas.
Dicho grupo estuvo activo por 2 años y 8 meses, ya que tuvieron la suerte de ser la última generación de bachilleres cursada en 2 años, ya encaminados en la curricula de materias al área profesional que cada quien continuaría.
Don Eliud me comentó que cuando tenia 5 años de edad, fue con la familia al campo a cortar capulines, y por la noche tuvo mucho dolor de estómago y vomito, lo llevaron al médico del pueblo, que por cierto era el único que atendía y era difícil poder localizarlo porque también salía a dar consultas en los alrededores de Atotonilco, y fue en esos momentos que decidió ser doctor para ayudar a la gente.
Al ingresar posteriormente a la escuela de medicina, Don Eliud describe con detalle, que fue parte de la primera generación de médicos egresados de dicha universidad, habiendo realizado su internado en el hospital civil de Pachuca, el cual fue el más grande en número de camas, superando al ISSSTE y al IMSS, el hospital civil tenía una área de atención a tuberculosos (por los mineros de la región), y diversas salas con aproximadamente 20 camas cada una de: Ortopedia (hombres), medicina interna (hombres), cirugía (hombres), terapia intensiva (mixta), sala de urgencias y maternidad con su respectiva sala de cuneros, sala de ginecología, medicina interna (mujeres) y ortopedia (mujeres).
Previo a cursar la etapa profesional, Don Eliud al hablar con sus padres de su aspiración por ser médico, su padre fue muy claro, indicando que no tenía la economía suficiente para poderlo apoyar por ser maestro federalizado (egresado de la escuela rural El Mexe), por lo que era el Estado quien cubría los salarios, siendo menor al de los maestros federales, por lo que sólo al papá de Don Eliud le quedaban 2 pesos al día para poder apoyarlo en los pasajes, en ese entonces el pasaje de Atotonilco a Pachuca, costaba 80 centavos por viaje y el camión urbano para la escuela, costaba 20 centavos, dando los 2 pesos que le daba su papá. Al no alcanzar para ninguna otra disposición, en múltiples ocasiones Don Eliud sacaba 2 zanahorias de las hortalizas que estaban en los alrededores de la prepa 1, y en otras tantas, ayudaba a los conserjes de la prepa a limpiar los salones, quienes le compartían de sus “itacates” y les permitían sacar sus apuntes y estudiar en los libros olvidados del año anterior o bien acudía a la biblioteca de la escuela. Así mismo, apoyaba durante el transporte a la preparatoria a los cobradores del autobús, cortando los boletos para los pasajeros, y también les contaba chistes a los choferes que en ocasiones le perdonaban el pasaje. En ciertos momentos cuando viajaba de Atotonilco a Pachuca y al pasar por el Real del Monte, los choferes le pedían a Don Eliud que bajara rápido a comprar unos pastes y de pasada le invitaban el suyo y lo guardaba para comérselo en la preparatoria donde estudiaba.
Siguió relatando Don Eliud, que, al terminar esta etapa de estudio, ya estaban identificados en grupos de personas y amigos con afinidades en el ámbito intelectual. Para cursar la preparación profesional, sus padres hicieron el esfuerzo y le pagaron una casa de asistencia en Pachuca, en la calle 2 de abril, colonia Centro, posteriormente vivió en la calle de Abasolo, con su hermana la mayor, (recién casada). Posteriormente le rento la señora Juana Téllez, prima hermana del ilustre doctor Ignacio Gómez Téllez, cirujano gastroenterólogo, muy conocido en Pachuca como en EUA, realizando operaciones en ambos países.
Otra anécdota de Don Eliud., fue que cuando regresaba los fines de semana a su pueblo (Atotonilco el Grande) se reencontraba con su amigo Luis García en la alameda, junto a la iglesia, con sus guitarras donde algunos enamorados les pedían que los acompañaran a darle serenatas a los hogares de las novias y de esa manera se hacían de unos centavos para continuar con sus estudios de medicina.
Como reflexión de esta primera parte, ahora el doctor Eliud concluye diciendo “No lo viví como sufrimiento, lo viví como aprendizaje”.