El Juego de la Rayuela

Por Gustavo Flores

El siguiente relato fue comentado por Reyes Trejo, quien a sus 88 años, oriundo de la colonia Santa Julia, en Pachuca, aún practica el “juego de la rayuela”

Para dicho juego se utiliza un tabique rojo con un orificio y unas monedas que en mi temporada de joven eran de 20 centavos de cobre, es un juego tradicional que se jugaba mucho en las cantinas del centro de Pachuca y cercano a las minas, también en los tinacales que existían o cuando se raspaban los magueyes.

Igual lo juegan los trabajadores de la construcción después de su almuerzo, también se juega en la “Tongolele” (nombre que se le dio seguramente por la bailarina que se movía mucho) que consiste de una tabla como base, luego un resorte y arriba otra tabla con su agujerito donde entran las monedas, claro que este es más difícil porque se mueve cada que cae una moneda sobre la tabla y se puede caer. En algunos otros lugares se entierra un botecito vacío de chiles y se juega con rondanas.

El tirador se coloca a una distancia de 3 a 5 metros, en parejas a 24 y 32 puntos regularmente, las reglas son las siguientes: si la moneda cae solo sobre el tabique y fuera del agujero solo cuenta 1 punto (también se le nombra “pictima”), si la moneda queda aunque sea asomándose al agujero vale 4 puntos y si entra vale 8 puntos, hasta completar lo acordado por los jugadores y cada uno de ellos lanza dos monedas por tiro, también si al que abre el juego y de los siguientes tiradores no cae ninguna moneda sobre el tabique , vuelve a empezar el que abrió y si alguien logra anotar algún punto y queda arriba de la puntuación de una sola ronda de tiros , el que va arriba abre de nuevo la próxima ronda y así se van rotando hasta lograr un ganador.

También, si un jugador logra anotar algún punto y el que lo sigue toca la moneda del anterior y aunque haya anotado 8 puntos “lo mata” y no cuenta para nadie, ¡ah! y también si quedan varias monedas sobre el tabique solo se lleva puntos el que más cerca quedó al agujero, hay quienes tiran las dos monedas juntas y a este tiro se le llama “palomita”.

Recuerdo cuando yo juegue ahí en “El Factor” a un lado de la mina de Loreto, tenían su “Tongolele”, llegamos el celador yo y otro que le decíamos el “Borrego” salimos a las dos de la tarde de la mina y me dijo vamos a echarnos un pulque, inmediatamente les conteste que yo no traía ni un centavo y el otro dice pues yo tampoco, el celador nos comentó “no se fijen yo voy a invitarles a ustedes” ¡órale! Llegamos y pedimos una jarra de pulquito, no tardó mucho tiempo y unos comensales que al parecer eran muy famosos por el juego de la rayuela nos dicen: Oigan ¿nos echamos una rayuela?  Yo les recalque, ¡no pues ciertamente no sabemos! Y nos insistieron ¡órale! vamos a echarnos una rayuela o que ¿tienen miedo? Luego nos dijo el celador “¿saben qué? Juéguensela, el chiste no era ese si no que era que el que pierda pagaría una ronda de lo que estaban tomando toda la gente que estaba ahí, pensamos  que no porque era un resto de gente y unos tomaban cerveza, cubas, pulquito y que nos dice el celador échensela, échensela, yo pago todo si pierden, no tengan miedo; primero se echó un volado que nos ganaron y comenzaron a tirar, el primero no cayó nada, que le digo a mi amigo ¡pues yo si lo siento mucho pero les voy a echar unas tiradas buenas, agarro y órale que cae la primera, que le tiro la otra que no cayó, que tiran los otros y nada, bueno ya llevábamos un ochito y órale que caen la otra y sumábamos 24 puntos, los espectadores les recordaban hasta con mentadas diciéndoles “quien les vino a ganar”, los retadores seguían tirando y no caía nada, el juego se prolongó por dos turnos cada quien hasta que volví a anotar otro ochito y que les ganamos.

Los retadores seguían recibiendo mentadas diciéndoles “no que muy gallos miren quienes les vinieron a ganar” si porque nos veían con nuestros sombreros y creían que no sabíamos tirar y ni modo el cantinero tuvo que servirles a todos los presentes y a nosotros también, el celador nos felicitó tanto que hasta unas caguamas más nos invitó.

Y así seguí jugando en mis tiempos libres que no es por presumir, pero en la mayoría de mis juegos siempre ganaba y ya era muy conocido que cuando sabían los que tomaban sus pulquitos, ahora acá en Santa Julia que yo iba a jugar se alegraban porque seguían tomando gratis de lo que yo ganaba.

Este es un juego muy noble y se requiere destreza también y me da gusto que a la fecha haya concursos en diferentes lugares de Pachuca y en ferias tradicionales de algunas comunidades del estado.

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