Las Normales Rurales, a Cien Años de su Creación

El proyecto educativo rural devenido de la Revolución Mexicana se originó con la fundación de las escuelas normales regionales y de las escuelas centrales agrícolas a principios de los años 20.

Las normales regionales nacieron con la finalidad de formar maestros en tiempos breves, capacitados para enseñar a leer y escribir y también para fomentar innovaciones en las tradicionales técnicas de agricultura. Las centrales agrícolas se formaron durante la administración de Plutarco Elías Calles, con la intención de proveer maquinaria moderna y una organización cooperativa para la mejora de la producción del campo mexicano.

A principios de los años 30 las dos instituciones se fusionaron y recibieron el nombre de regionales campesinas, las regionales tenían un plan de estudios en cuatro años y estaban destinadas tanto a maestros rurales como a técnicos agrícolas; en el planteamiento raíz, los estudiantes serían de origen campesino y la estructura cooperativa haría posible una autogestión complementaria a las necesidades de las comunidades cercanas.

En 1926 las regionales campesinas pasaron a ser normales rurales y para 1931 ya existían 16 de estas escuelas. Desde sus primeros años, las normales regionales, luego convertidas en normales rurales, han sobrevivido dentro de un contexto de incertidumbre esperanza y hostilidad.

En 1922 se fundaron las normales rurales de Tacámbaro, Michoacán y la de Gómez Palacio, Durango, la escuela rural de Tacámbaro tuvo que cerrar temporalmente en 1924 y hubo de trasladarse de un lado a otro hasta que llegó a su ubicación actual en Tirepitío; en 1949. lamentablemente la de Gómez Palacio desapareció.

Otras normales rurales fundadas en estos primeros años como las de Molango, en Hidalgo, que datan de 1923, y la de San Antonio de la Sal, Oaxaca, en 1925, vivieron circunstancias parecidas, algunas cerraron por falta de recursos, otras por falta de alumnos, unas más debido a la insuficiencia de escuelas primarias para reclutar estudiantes

Para 1926 el proyecto se fortaleció con una expansión de los planes de estudio con la fundación de los planteles de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, y El Mexe, En Francisco I. Madero, Hidalgo, así como por el empeño de las comunidades aledañas las cuales aportaron recursos mano de obra y materiales para la construcción de los planteles

Durante la década de 1930 las normales rurales fueron la columna vertebral de la educación rural, esto fue así por la intensa movilización popular durante el cardenismo por la adopción oficial de la educación socialista, el reparto agrario, la nacionalización del petróleo, la formación de cooperativas, el nacimiento de ligas agrarias y sindicatos, así como debido a la expansión del mismo sistema de normales rurales su número de planteles llegaría a 35 lo que posibilitó la época de mayor auge del proyecto de la educación rural.

El cardenismo promovió cambios estructurales la redistribución de la riqueza y la concientización de masas, esto contribuye a explicar por qué en un periodo tan corto de tiempo las acciones del presidente Cárdenas tuvieron repercusiones tan duraderas en la historia de México.

Como dato relevante para entender el destino de las normales cabe recordar la constitución de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FCSUM) en 1935 ya que esta organización defensora de los derechos estudiantiles campesinos ha sido vanguardia en la preservación y la resistencia de una tradición educativa que va más allá de las paredes del salón y los muros de una escuela.

Esta reseña fue elaborada por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y por Radio Educación, a propósito de los cien años de la creación de las normales rurales en nuestro país.

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