Por Carlos Camacho
En cada charla, en cada entrevista, en cada barrio o colonia que visita, Benjamín Rico, exalta los valores que desde niño le inculcaron sus padres:
La honestidad, la lealtad y el agradecimiento.
Y con esos valores, ha transitado por la vida, desde su niñez, allá en la cerrada de Bravo, a tres cuadras de la plaza Independencia, donde se encuentra el majestuoso e icónico reloj monumental de Pachuca, ese sitio que durante décadas fue el centro de convivencia y donde se hacía “tejido social”, que hacía de los pachuqueños gente de carácter para enfrentar las adversidades.
Jovial, de camisa blanca y pantalón azul, con sus espejuelos anti reflejantes, recorre la calle que lo vio crecer junto con sus 10 hermanos. Recuerda el sitio donde jugaba fútbol, la vecindad donde se desarrolló, la casa donde nació y vivió durante un tiempo la actriz Claudia Islas.
También recuerda que para ganarse “unos centavos”, iba casa por casa a recoger los botes de basura para luego llevarlos al camión recolector, hacía mandados para que las amas de casa de las viviendas cercanas, “me regalaran una moneda”.
Hace una escala en El Manzanillo, sitio que durante muchos años fue la tienda de abarrotes más grande de la periferia y hoy se ha convertido en un bar.
Pide una bebida con el nombre del lugar, a base de albahaca, jugo de arándano y agua mineral y comienza sus evocaciones:
Por aquí pasaba diario para ir a la escuela. Estudié allá en la primaria Justo Sierra y a veces, los domingos iba a la matinée al cine Iracheta (antes Cine Pineda) o al Alameda, a ver las películas de El Santo y Blue Demon.
Allá arriba, en la cerrada de Bravo, don Alvaro, nos permitía ver su televisor y nos cobraba veinte centavos. Con eso teníamos derecho a ver tres programas: La Familia Monster, El Cuento de Cachirulo y Combate.
“Hoy veo con tristeza que aquí en la calle de Vicente Guerrero, hay varios edificios abandonados y no se les da vida. Nosotros arreglamos esta vialidad con la idea de darle dinamismo a la zona, el mismo que tuvo hace muchos años.
Benjamín Rico Moreno, fue secretario de Obras Públicas en el gobierno de Jesús Murillo, luego secretario de Obras Públicas municipales con Omar Fayad Meneses y con él mismo, años después, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), dice con orgullo haber sido becado y eso le permitió tener una profesión para luego volver a su tierra natal, donde fue fundador de la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, delegación Hidalgo, y presidió al Colegio de Ingenieros.
Hace 25 años, cuando era funcionario en el gobierno de Jesús Murillo Karam, sufrió un accidente al ser atropellado por un auto en el bulevar Felipe Angeles, junto con Eugenio Imaz Gispert.
Ese hecho, lo marcó de por vida y lo volvió más sensible, más humano, y más comprometido con la gente de su tierra: Pachuca. Rico Moreno, proveniente de una familia humilde y pobre, con raíces en una vecindad donde las aspiraciones eran ser chofer de ADO, tomó como estandarte de vida los valores que le inculcó su madre María Elena Moreno: lealtad, honestidad y agradecimiento.
Militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al que ha representado como candidato a diputado federal y candidato suplente a la presidencia municipal de Pachuca, o como dirigente municipal, durante los últimos 20 años ha recorrido una y otra vez los barrios y colonias, a los que ha llevado apoyos diversos, desde pavimentación de calles, despensas, juguetes en el Día del Niño, festejos para el Día de las Madres, tamales en el Día de la Candelaria.
Justo hace unos días en un diario local lo acusaron de dar despensas para ganar simpatías ciudadanas y recordó que la entrega de ayuda a la gente más necesitada no es de ahora y tampoco con propósitos electoreros.
A través de un video en Facebook a sus adversarios les lanzó un reto: “hagamos política de altura, de valores, de propuestas. Propuestas serias, inteligentes.
Y les pidió:
“No se preocupen, no se apaniquen”.
Es innegable que Benjamín Rico se ha convertido en uno de los pocos activos del tricolor y serio aspirante a la candidatura a presidente municipal de Pachuca, con altas probabilidades de triunfo.
Pero él mismo pide prudencia y esperar a los tiempos de ley y actuar en consecuencia, aunque no niega su deseo de participar y ganar y de salida se confiesa “orgulloso de ser pachuqueño, de vivir en un pueblo de gente valerosa, que viene del trabajo, y reconoce la honestidad de su gente y la cultura del esfuerzo”.
Bebe el último sorbo de su Manzanillo e invita al reportero a caminar por la calle de Guerrero rumbo a la plaza Independencia, saluda a la gente, encuentra amigos e intercambia números telefónicos.
“Lo que se ofrezca ingeniero”, le dicen y el asiente con la cabeza y el pulgar en alto para luego continuar su camino sobre la acera de la calle de Guerrero a la que insiste en darle otro giro y ser como era antes: punto de encuentro, de construcción del tejido social, ese que se ha perdido con el paso de los años.