Por Carlos Camacho
Parece que partidos y candidatos no atendieron el deseo del secretario de gobierno, Guillermo Olivares Reyna, de que el tema de la crisis hídrica no la convirtieran en bandera política y el jueves por la tarde, en el primer debate entre candidatos a diputados locales, que organiza el Instituto Estatal Electoral (IEE), fue uno de los temas centrales en los planteamientos de los cinco asistentes.
Andrés Velázquez Vázquez, candidato de Morena-Panalh a la diputación local del distrito 13, con cabecera en Pachuca, planteó la necesidad de etiquetar recursos para obras hidráulicas; Fátima Michel Melo (PVEM), propuso generar energías limpias; María Elena Carballal Ogando (MC), la modernización de las redes de drenaje; Arturo Rivera Cruz (PRI-PAN-PRD) anticipó una revisión a los contratos de Conagua y CAASIM; Adolfo Pontigo Loyola (PT), privilegiar el agua para los hidalguenses y evitar que se la lleven a otras latitudes, como ocurre actualmente con la Ciudad de México y Querétaro.
Por cierto, Adolfo Pontigo, en su calidad de rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), no atendió la demanda de pago por el servicio de agua potable, hecha por la CAASIM, que supera los 34 millones de pesos de adeudo.
Sin duda el tema de la escasez del agua, agravada por la sequía es un tema que nos compete a todos, gobernantes, políticos y ciudadanos de todos los sectores, pues la escasez nos impacta a todos.
Por eso vale la pena ver de qué manera los gobiernos le han dado o no relevancia al asunto, pues la tesis es que, si no hay inversión, entonces no hay solución.
El último gobierno que destinó más gasto a los temas de infraestructura hidráulica, fue el de José López Portillo, con quien aportó el 1.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), para la construcción de la primera etapa del Sistema Cutzamala y el proyecto original de Cerro Prieto, en Monterrey, Nuevo León.
Con Ernesto Zedillo se destinó el 0.31 por ciento del PIB; con Vicente Fox, el 0.22; con Felipe Calderón subió a o.51 y fue cuando se construyó el Túnel Emisor Oriente de la Ciudad de México.
Después, con Enrique Peña Nieto, se aprobó un gasto equivalente al 0.4 por ciento del PIB y con Andrés Manuel López Obrador, apenas el 0.22 por ciento.
Estos datos, hablan de la relevancia que tiene para los gobernantes un tema tan delicado como es el del agua y como dicen expertos como Jorge Nuño Jiménez o Juan Carlos García Salas, si no hay inversión no habrá solución.
En la década de los 70, se construyó el Sistema Cutzamala integrado por siete presas (Tuxpan, El Bosque, Colorines, Villa Victoria, Valle de Bravo, Ixtapan del Oro y Chilesdo), planificado para una tasa de retorno de 50 años, plazo que ya se cumplió en medio de una crisis hídrica provocada por la sequía derivada a su vez por el calentamiento global.
En el país, reclamamos el derecho humano al agua (decretado el 8 de febrero del 20121), 129 millones de mexicanos distribuidos 80 por ciento en zonas urbanas y el resto en zonas rurales (en más de 198 mil localidades, algunas con menos de 100 habitantes).
Las zonas norte y centro, reciben un tercio de la precipitación media anual, p0ero concentran dos tercios de la población y ahí se genera el 86 por ciento de la riqueza nacional.
El 70 por ciento de la precipitación pluvial ocurre en el sureste mexicano, donde habita el 23 por ciento de la población total.
El principal consumidor de agua es el sector agrícola y apenas genera el 4 por ciento del PIB. La precipitación de lluvia promedio es de 747 millimetros y las lluvias ocurren entre junio y septiembre de manera torrencial.
El 56 por ciento del territorio nacional es de zonas áridas y semi áridas (norte y centro del país); 35 por ciento es relativamente húmedo en sierras y planicies costeras del Pacífico, el Golfo de México y la península de Yucatán; y, apenas un 7 por ciento del territorio nacional es húmedo.
El 70 por ciento de abastecimiento de agua a las ciudades proviene del subsuelo y abastece a 95 millones de mexicanos en las zonas urbanas y 20 millones en las zonas rurales.
El 34 por ciento de la extracción y volumen deben ser renovables, lo cual no ocurre porque en las zonas urbanas se han creado junglas de asfalto que no permiten la recarga de los mantos freáticos.
De ahí la relevancia de invertir en infraestructura, algo que a los políticos no les acomoda porque son obras que no se ven, además de costosas los resultados no se ven en lo inmediato y los votantes no lo notan en principio.
Por eso la sequía se vuelve causa fácil para justificar la escasez de agua, aunque la peor sequía ocurrió en el 2011, por eso, los especialistas sostienen que de nada sirve hacer del agua un derecho humano, si no se invierte en infraestructura.