Por Gustavo Flores
Esta es la historia de una migrante hidalguense, que nació en Pachuca. Carolina Trejo, tiene como su máximo de estudios, un Doctorado en Ciencias y pese a ello por la falta de oportunidades laborales en nuestro país, decidió emprender una aventura.
Carolina cuenta que un día platicando con su esposo, decidieron que pese a no tener una mala economía querían emprender el sueño canadiense, por lo que comenzaron a planear su viaje con un año de anticipación, afortunadamente tenían todo a su favor, no como otros migrantes que no cuentan con información suficiente, ni con la economía suficiente para tener un buen viaje.
Antes de partir a Canadá le preguntaron a uno de sus amigos quien ya es ciudadano canadiense, cuáles eran sus opciones, de las cuales ellos decidieron escoger la vía de estudio, la cual consistía en que, como esposos, uno se podía ir como estudiante y el otro por ser su esposo podía solicitar su permiso de trabajo y así de esta forma ambos entrarían de manera legal.
Así que faltando tres meses para iniciar su viaje decidieron vender todas sus cosas (muebles, ropa, libros, automóvil, entre otros) y solo viajar con una maleta para iniciar una vida nueva. Decidieron que, al llegar allá, irían directamente a checar la escuela donde estudiaría uno y el otro iniciaría su trámite del permiso de trabajo, por lo que en un inicio ambos entrarían a Canadá como turistas.
Por lo cual cada quien decidió irse a despedir de su respectiva familia faltando 15 días para su vuelo, sin embargo, no contaban que su vida tendría un cambio inesperado, Carolina estaba embarazada y no lo esperaba puesto que los médicos le habían pronosticado una baja probabilidad de quedar embarazada y después de dos años justo cuando ya habían decidido iniciar una vida nueva, recibieron esa maravillosa noticia.
Dado el repentino acontecimiento y que ya contaban con fecha de vuelo solo decidieron posponer la fecha y continuar con su viaje sabiendo que pronto serian tres.
Su aventura en Canadá comenzó cuando llegaron y su primer hogar fue una habitación que rentaron a través de una aplicación, pero al ser un cobro por día, tenían una semana para buscar un lugar fijo para vivir, de ese modo inició la aventura para la búsqueda de vivienda en Canadá y aunque su amigo ya les había dicho que sería tardado no creyeron que fuera muy complicado encontrar hospedaje siendo turistas, así que aunque afortunadamente a los cinco días encontraron un cuarto, solo se los rentarían por dos meses y durante ese tiempo se dedicaron a buscar nuevamente vivienda, un médico que atendiera su embarazo y trabajo, ya que el plan original del estudio no podía continuar por el nacimiento del próximo bebé.
Lo complicado de encontrar vivienda fue que no es tan fácil como en México y más en una ciudad tan llena de migrantes como es en Toronto, Canadá, ya que los precios van desde los 700 dólares canadienses por un cuarto dentro de una casa donde viven más de diez personas, o sótano de una casa donde puede habitar una pareja, donde el precio es de hasta 1,600 dólares canadienses y de los requisitos básicos que solicitan, son contar con un historial crediticio, permiso de trabajo o de estudiante , una carta de recomendación del hospedaje anterior y la primera y última renta y en caso de no contar con todo eso a lo único que se puede acceder, es a cuartos en casas viejas e incluso exponerse a estafas.
Después de dos meses de búsqueda, de visitar 10 casas, con el tiempo encima para entregar el cuarto y con una temperatura de menos 15°C lograron encontrar un sótano y su esposo encontró un trabajo para poder continuar con la aventura. Durante la búsqueda de vivienda también se dieron a la tarea de buscar atención médica para su embarazo y les sorprendió mucho e incluso les dio algo de desconfianza que quienes atienden los partos en Canadá en su mayoría son parteras, y como en México se sabe que las parteras atienden partos de manera tradicional pensaron que las de Canadá también atendían de la misma forma, sin embargo no es así, ya que allá los estudios de partería son como una carrera de medicina y es por ello que están capacitadas para atender partos naturales y saben cómo actuar en casos de emergencias.
Así que todo su embarazo hasta el día del parto fue atendido por las parteras quienes en ese momento contaban con el apoyo del gobierno para que su servicio fuera gratuito y ofrecían descuento en caso de que el parto tuviera que ser en un hospital, ya que si era en casa el servicio también era gratuito.
Carolina narró que su experiencia de parto ha sido uno de sus dolores que jamás había sentido en toda su vida y lo describe como un momento de mucha liberación energética en el que la mente se desconecta y solo existe la mamá en conexión con el bebé y está muy agradecida con la hospitalidad de los canadienses y la atención de su grupo de parteras quienes supieron actuar rápido para que su bebé naciera bien.
Aunque Canadá es un país muy noble y sin racismo no quita la dificultad de ser migrante ya que entre las dificultades con las que se enfrentaron fue la adaptación a un invierno muy frío, el cambio de alimentación, un nuevo idioma, la multiculturalidad del país, la complejidad de hacer nuevas amistades, lo difícil de acceder a un médico familiar, darse dijo que el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano y los costos elevados que para cubrirlos deben trabajar ambos.
Y consideró que uno de los principales problemas por los que ella pasó después de su embarazo fue que no contaba con desarrollar ansiedad postparto, la cual se fue complicando debido al encierro de la cuarentena, por vivir en un sótano sin ventanas y la falta de convivencia con otras personas por lo que ella recomienda que la mejor forma para emprender una aventura como esta, es solo o en pareja pero sin hijos hasta lograr una adaptación al sistema, a la cultura y al idioma, para poder continuar sin complicaciones.
Con esta aventura esta pareja se dio cuenta de que, aunque en México hay inseguridad y falta de empleo, a veces no nos damos cuenta que somos un país con mucho potencial por su diversidad de alimentos, por el calor de hogar, por nuestras tradiciones y por nuestra forma de relacionarnos tan amigablemente cuando nos sentimos a gusto.
Finalmente, Carolina y su esposo, decidieron regresar a México y ella comentó que no se rindan para lograr sus aventuras, pero tampoco se sientan fracasados por tener que cambiar el plan, ya que pierde más el que se aferra a estar sufriendo que el que lo intentó y volvió aceptando que fue por su felicidad y no siempre es la económica sino también la cuestión emocional.