Por Carlos Camacho
Cómo no estar de acuerdo con las mujeres que salen a las calles a clamar justicia y alto a las agresiones de todo tipo en contra de ellas; cómo no solidarizarse con sus genuinas demandas y exigencias de igualdad para todos y respeto para ellas en todos los sectores de la sociedad; cómo no exigir ¡No más feminicidios!; cómo no compartir el dolor de aquellos quienes por desgracia han sufrido la pérdida de un familiar por causa de personas que sin el menor escrúpulo le arrebatan la vida a una mujer.
Por supuesto que hay que ser empáticos con ellas, con esos grupos que se han organizado para luchar por ellas mismas y por sus pares, por aquellas que ayer salieron por miles y tomaron las calles de las principales ciudades del país, para demandar acción de las autoridades para frenar de una vez por todas, a los criminales que por razones de género le arrebatan la vida a las mujeres.
Sin duda, quienes tenemos hijas en la familia, hermanas, madres, en fin, debemos sumarnos a la exigencia de que haya leyes más rígidas (dicen algunos, al menos que las existentes se cumplan) para que las mujeres no tengan que salir cada 8 de marzo a clamar justicia y exigir que no haya más agresiones en su contra.
Ayer, muchas mujeres aprovecharon la ocasión para exponer sus ideas, sus sentimientos con respecto al rol que han jugado en la vida social de nuestro país, de que las oportunidades sociales, económicas, políticas y laborales sean parejas para todos, que no haya más discriminación ni actitudes machistas, que, por ejemplo, a trabajo igual salario igual, pues resulta que la labor que desempeñan de igual modo un hombre y una mujer, es mejor pagado para é que para ella.
Es decir, sigue la desigualdad laboral y salarial; no se diga de las relaciones en el sector educativo, en el productivo, en la burocracia, el acoso laboral, el sexual y la marginación hacia la mujer continúa y a pesar de leyes y proclamas de políticos y autoridades, el desequilibrio sigue.
Ayer, decenas de mujeres, aquí en Pachuca, salieron a manifestarse, a protestar y reclamar justificadamente, freno total a las agresiones y, particularmente, a los feminicidios.
Cómo no solidarizarse con esas causas, pero, lo que no puede ocurrir y que se ha vuelto un tema polémico, es la comisión de actos vandálicos, del destrozo de espacios públicos que han sido costeados con los impuestos de todos.
Ojalá no hubiera más marchas de protesta, pero si acaso así fuere, que no haya más actos de abuso contra monumentos y espacios públicos o privados. Sería lo deseable, como lo más deseable sería el fin de las agresiones a las mujeres y a cualquier individuo de nuestra sociedad.