Por Carlos Camacho
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), se ha vuelto un partido mediático, y los pocos atractivos políticos y electorales que pudiera tener, los han dilapidado sus propios dirigentes, quienes han gastado tiempo y energía en atacarse mutuamente, a grado tal de poner a su instituto político al borde de la extinción.
Históricamente, el tricolor ha sido un apéndice del gobierno en sus tres niveles (federal, estatal y municipal), que requiere de los recursos económicos que le canalizaban los gobernantes en turno.
A partir del 2018, tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia de la República, el PRI ha vivido una vertiginosa caída y la pérdida de muchos espacios de poder, a grado tal que hoy sólo gobierna dos estados de la República (Coahuila y Durango), lo que le impide ser un partido atractivo para quienes aspiran a un cargo de elección popular en los comicios del próximo año.
Dice un ex dirigente municipal que el tricolor requiere para operar un promedio de 300 mil pesos mensuales, en un municipio de mediana importancia y si el PRI aspira a tener presencia al menos en las 30 principales ciudades del estado, para poder aspirar a ganar comicios locales el próximo año, entonces tendrá que allegarse recursos para ese propósito.
El ex presidente estatal de ese partido, Julio Valera Piedras, dijo en su oportunidad que el PRIO estatal recibe un millón 500 mil pesos de prerrogativas, con lo que ni siquiera alcanza para mantener la operatividad del denominado “Cubo” de Colosio, del que han saltado una veintena de integrantes de la estructura formal, encabezada por su presidente, el ahora diputado local independiente.
Marco Antonio Mendoza Bustamante, se convertirá en el pararrayos que necesita el PRI para recibir toda la andanada de críticas y reclamos, que comenzaron apenas asumió la dirigencia estatal, más aún cuando anunció auditorías y demandas legales contra quienes renunciaron a su militancia, pues los responsabiliza a priori de ser responsables de irregularidades por un monto de 25 millones de pesos.
Así pues, que al desprestigio provocado por sus propios dirigentes, el PRI enfrentarán serias complicaciones económicas, máxime cuando ha sido un partido que no sabe operar si no es con dinero del gobierno.