Por Gustavo Flores
Esta es la historia que cuenta Honorio Cleofás Pérez, oriundo de la comunidad de San Pablo Tetlapayac, municipio de Metztitlán, Hidalgo.
Para llegar a dicha comunidad, puede ser por el rumbo de las grutas de Tolantongo o bien por la comunidad de San Cristóbal, pasando la Vega de Metztitlán, Don Honorio relató que la carretera se abrió en el año de 1989 por ambos lados, con accidentadas barrancas, semidesérticas, pero la comunidad de San Pablo se localiza en el fondo de las barrancas por donde pasa el río Amajac, que también atraviesa por las comunidades de: Huisticola, San Juan Tlaltepexe y San Pedro Acototla.
En San Pablo la fauna es extensa, ya que habitan tejones, tlacuaches, zorrillos, cacomixtles, zorros, ardillas, víboras de cascabel y coralillo, tecolotes, lechuzas y una gran variedad de pájaros y en el río, antes de ser caudaloso, pescaban acamayas, trucha, bagre, mojarra y trompeta.
Los pobladores anteriormente criaban chivos, pero no tiene mucho tiempo que aparecieron los pumas y empezaron a comerse sus animales y hasta los coyotes desaparecieron.
Antes, los habitantes de San Pablo Tetlapayac salían a comercializar sus productos por caminos de veredas (también le llamaban camino real), caminando de noche hasta doce horas, alumbrándose con lámparas hechizas y a base de petróleo, antes de que existieran las lámparas de mano, utilizaban animales de carga como burros y mulas para sacar aguacate, mango, limón, plátano, nueces, naranjas, chile tampico, jitomate, cebolla y puercos. Recordó Don Honorio que cargaban los burros con huacales hechos con varas de “saus” (uno de cada lado) y que el espacio que quedaba entre ambos huacales le llaman “sobernal”, donde también colocaban más mercancía, el vendedor de los puercos era su tío Isabel y el arriero se llamaba Don Matías, los animales los vendían en Cardonal, pasando por la comunidad del Cubo y la demás mercancía la llevaban hasta San Cristóbal Metztitlán, en esta ruta salían a las 2 de la mañana para llegar a su destino a las 7, la mamá de Don Honorio y su hermano Jaime comenzaban su recorrido atravesando varias veces por el río Amajac, hasta empezar la subida de la barranca por un lugar llamado El Caracol (tramo que duraba como una hora y media)para posteriormente recorrer un lugar llamado La Barranca Seca, hasta llegar al pueblo de Menoxtla y de ahí al Durazno donde se entronca con la carretera que los llevaba a San Cristóbal. (en la vega de Metztitlán) para finalmente comercializar sus productos y surtirse de lo básico para vender en su comunidad, como eran: refrescos que anteriormente venían en envases de vidrio, azúcar, sal, cerveza, etc.
De lo cultural y social Don Honorio platicó que la fiesta patronal se realiza los días 28 y 29 de junio, en honor a San Pedro y San Pablo, dicha ceremonia la promocionaban en la radiodifusora bilingüe “La voz del Pueblo Hñahñu” ubicada en Cardonal. La estación la sintonizaban la mayoría de los habitantes de San Pablo Tetlapayac, que anteriormente escuchaban por su programación musical como los huapangos y avisos comunitarios, en esas fechas, lo más atractivo son las carreras de caballos que realizan profesionalmente, y es cuando regresan algunos migrantes para apostar los dólares que para esas fiestas se dedican a gastar, también se realizan torneos de fútbol y basquetbol con equipos visitantes de otras comunidades y municipios colindantes a San Pablo.
En cuanto a la población, la mayoría de los habitantes ha emigrado a Estados Unidos de Norteamérica, quedando aproximadamente 100 habitantes, la mayoría adultos, es tal el fenómeno migratorio que hasta la escuela secundaria la cerraron por falta de jóvenes. En cuanto a la salud, dijo Don Honorio que en los años ochenta las enfermedades las curaban con remedios caseros, y cuando aún no había carretera, a los enfermos graves los llevaban en una camilla hecha de costal y palos, caminando por las veredas turnándose entre los habitantes hasta llegar a San Cristóbal, Metztitlán; una ocasión, a un maestro de primaria lo mordió una víbora de cascabel, pero no resistió mucho tiempo y falleció posteriormente en un hospital de Pachuca., la clínica rural la construyeron en el año 1994.
De las anécdotas que me evocó don Honorio están las siguientes: En uno de los recorridos para vender sus productos y caminando por el río, hay dos comunidades de ambos lados, El Ranchito Totonicapa y Xocotitla donde vieron unas luces que se movían entre lo alto de los árboles atravesando de lado a lado sobre el mismo río y con cierto miedo el grupo que caminaba con sus animales que también se pusieron nerviosos, continuaron su camino y al pasar por el lugar “El Caracol” ya un poco avanzados, seguían observando hacia abajo y aún las luces se seguían viendo, se quedaron sorprendidos porque no pudo ser algún carro porque no había forma de entrar por ese lugar, a lo que llegaron a la conclusión de que eran unas brujas.
Una ocasión su hermano Jaime y su tío Isabel Pérez fueron de cacería a un costado de la iglesia del pueblo y en lo alto de un árbol de zapote negro, alumbraron hacia arriba con lámparas de carburo y vieron los ojos de varios animales, primero apagaron sus luces para cargar sus chisperas y ya una vez cargadas, quisieron prender las lámparas y estas ya no prendían, sus armas se trabaron y tampoco funcionaron, en ese momento se empezaron a mover las ramas del árbol de zapote y se escucharon ruidos muy feos como gemidos, por el miedo salieron corriendo hasta llegar a sus casas y ahí ya pudieron prender las lámparas y las chisperas ya podían funcionar.
También se cuenta que por la ladera de la comunidad de San Pablo Tetlapayac, hay una campana enterrada, que algunas personas mayores llegaban a escuchar, Don Honorio pensó que pudo ser porque también hay una iglesia en ruinas que solo se observa parte de la puerta y hay lapidas con fechas de más de 200 años.
Antes de entrar a San Pablo Tetlapayac, existe un lugar llamado “peña partida” (traducción del nombre Tetlapayac, en lengua náhuatl) donde existen pinturas rupestres y donde también contó Don Honorio que en ese lugar aparecen duendes porque en ciertas ocasiones les avientan piedras a las personas que transitan por ahí, y los caballos amanecen con trenzas en las colas y las crines (cerdas que tienen los caballos en la parte superior del cuello).
Otra anécdota, es cuando un pariente de Don Honorio, estando en una meseta sembrando magueyes para la producción de pulque, al escarbar encontró una olla de barro con monedas adentro de ella.
Ya para finalizar esta historia de vida, Don Honorio se quedó con la interrogante que aunque hayan abierto la carretera y que ya podían entrar y salir vehículos para comercializar más rápido lo que cosechan, no es así y se siguen quedando muchas frutas como el mango y las naranjas que se echan a perder, quizá por lo costoso de trasladar los productos a lugares mas lejanos y por los precios que les pagan.
Don Honorio junto con su esposa Margarita García migraron a la ciudad de Pachuca donde abrieron una tienda para ayudar a su hija Karen Itzel, quien cursa la carrera de medicina y tiene como objetivo ayudar en la salud de la gente y poner su propio consultorio. Pero aún así Don Honorio dijo: “Extraño mi pueblito”