Por Carlos Camacho
Las empresas demoscópicas del país son de nueva cuenta tema de análisis y discusión, pues con sus encuestas a favor de uno u otro candidato, han puesto en duda su propia credibilidad y el más reciente debate se debe a que de pronto aparecieron sondeos que colocan a Xóchitl Gálvez muy cerca de Claudia Sheinbaum, cuando la tendencia en la mayoría sondeos la abanderad de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” saca alrededor de 20 puntos de diferencia a Xóchitl Gálvez, de la coalición “Fuerza y Corazón por México”.
Quizá hemos perdido de vista que los sondeos, son apenas una muestra específica con un determinado número de personas, que en la mayoría de los casos, son una mínima representación ciudadana, como para creer que lo que dos mil o tres mil personas, definan la opinión o el sentir de dos millones de votantes.
El asunto es que los partidos políticos que se ven beneficiados con las tendencias de alguna firma encuestadora, usan esos resultados como parte de su estrategia, para inducir en el imaginario colectivo, la idea de que es tan amplia su ventaja que ya no tiene caso escuchar otras opciones y que sólo falta acudir a las urnas para confirmar lo dicho por la encuestadora.
“El 2 de junio será un mero trámite”, recién dijo Claudia Sheinbaum respecto de las encuestas y su considerable ventaja sobre los otros dos contendientes.
La credibilidad de las encuestadoras está en duda pues los propios actores políticos, han denunciado que las empresas se alquilan a un partido o candidato y presentan datos de acuerdo con la conveniencia de quien paga la encuesta. Así lo denuncian ahora los partidos opositores y con ello generan más dudas que certezas.
Y, aunque es real la tan trillada frase de que “la verdadera encuesta será el 2 de junio”, las casas encuestadoras son parte ya de las estrategias que cada partido utiliza para inducir la idea en los ciudadanos, de que van ganando, unos, o que están alcanzando al puntero, los otros, y se puede revertir lo que parece estar cantado.