Los verdaderos amigos

Por Ernesto Palma Frías

Los verdaderos amigos son aquellas personas que están ahí para apoyarte en los buenos y malos momentos, que te aceptan tal como eres y que se preocupan por tu bienestar. Son aquellos con quienes puedes contar en cualquier situación y que siempre te brindan su apoyo y sinceridad.

Los verdaderos amigos son leales, confiables y comprensivos y compartes una conexión especial con ellos, basada en la confianza mutua y el respeto.

En la infancia o en la vida adulta, los amigos son aquellos que nos sirven de testigos para convertir la cotidiana banalidad en algo sólido. Las cosas que hacemos y las cosas que nos pasan suceden siempre en compañía de otros y así se va constituyendo un patrimonio memorativo. Los amigos son aquellos con los que compartimos experiencias y con los que pueden disputarse las anécdotas vividas.

Con los amigos uno se divierte o se aburre, viaja o duerme y en ocasiones habrá quien pueda discutir o hasta enfadarse. A los amigos no hace falta contarles nuestra vida, precisamente porque ya habitan en ella. Con los amigos, la vida no se la enuncia ni se la recita, sino que se apura, hasta la mancha más profunda de la intimidad.

Hacer verdaderos amigos es una búsqueda común para muchas personas. Antes de buscar amigos, es importante tener claridad sobre quién eres y qué te gusta. Esto te permitirá conectar con personas que compartan intereses similares. A veces, hay que tomar la iniciativa y salir a conocer nuevas personas. La honestidad y la autenticidad son clave para construir amistades duraderas. Para construir una verdadera amistad es necesario mostrar tu verdadero yo y no tener miedo de ser vulnerable. La confianza es fundamental en cualquier amistad.

La verdadera amistad obliga a cumplir tus promesas, mantener la confidencialidad y ser leal. Para construir bases sólidas para una amistad duradera, no olvides que: la amistad no es sólo recibir, sino también dar y ser solidario con tus amigos en sus momentos difíciles y celebrar también sus éxitos.

La amistad tiene una gran importancia en la plasticidad neuronal y en la salud de los seres humanos. Una amiga o amigo de verdad es aquel que como un espejo, nos ayuda a lograr el desarrollo de nuestra propia identidad. El cerebro tiene la capacidad anatómica, neuroquímica y fisiológica para sentir, desarrollar y comprender la amistad. Una verdadera amistad logra una dimensión química en nuestro cerebro para conectar neuronas, desarrollar circuitos de memoria y aprendizaje que permiten recuerdos permanentes, momentos de placer que son la esencia de momentos nostálgicos.

Las buenas amistades fomentan el bienestar físico y psicológico de una persona. Desde el punto de vista hormonal y metabólico, una verdadera amistad genera la tendencia de sentirse menos angustiado, reduce el estrés o cambia el proceso de preocupación ante los detonantes de riesgo en nuestra vida. Compartir las risas, contar anécdotas, sentir el abrazo afectuoso de un amigo en la infancia y llevar una buena relación con ellos a lo largo de la vida, se asocia con un menor riesgo de padecer diabetes mellitus, cardiopatías isquémicas o trastornos como obsesión, depresión o crisis de ansiedad.

Es increíble cómo las amistades durante la infancia y la adolescencia contribuyen a fortalecer la salud en la etapa adulta, de ahí la importancia de tener esta convivencia independientemente de la edad que tengamos.

Es necesario cuidar la amistad como parte de nuestro estado de salud emocional, ya que como lo explica la neurociencia, los amigos no sólo representan un estado de bienestar social y anímico, sino que también inciden en el equilibrio neurobiológico que requerimos para mantener en óptimo funcionamiento las funciones cerebrales y la prevención de enfermedades crónico degenerativas.

Así que hacer amigos y cuidar las amistades, es en realidad un sano ejercicio para la salud de nuestro cerebro y nuestro cuerpo en general.

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