Por Catalina Martínez Duarte
Las armonías flotan por el aire, la música es suave, el ambiente toma un sentido especial, la gente se detiene, incluso se sienta para escuchar, ahí está el solista violonchelista haciendo del instrumento una extensión de su cuerpo, inspirado, dando un concierto callejero que bien podría estar en un gran auditorio.
Es lo que ofrece Rubén Ángeles “Street Cello”, por alguna aportación monetaria voluntaria, de cuando en cuando en el corazón de Tulancingo, en el jardín La Floresta.
Originario de Pachuca, aunque desde su infancia hasta los 18 vivió en Ixmiquilpan; egresado como Licenciado en Música del Instituto de Artes de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAEH), ejecuta la guitarra y batería, pero su amor y profesionalmente están puestos en el chelo; se desempeñó como profesor de música: “di clases un tiempo, pero me sentí estancado, me alejé y me dediqué a las ventas, pero me hacía falta mi música”.
Entre sonrisas deja ver un tatuaje en su mano izquierda, los transeúntes aún sin que este tocando, dejan monedas en una cajita de madera puesta para tal acción, un señor de sombrero lo apresura, que no va a tocar le comenta casi en tono de regaño
Street Cello tiene registrado ese nombre como una marca a nivel mundial, al terminar sus estudios fue director de un ensamble de violonchelos en la UAEH; es el primero en su familia en ser músico: “siendo niño me surgió la inquietud por los instrumentos, tuve un acercamiento real porque a mi hermano cuatros años mayor que yo le compraron una guitarra”.
Son varios los intérpretes que son sus ídolos; tiene gusto por el rock, el metal, la música sinfónica, otros géneros, sin duda lo principal es la de cello; fue en 2017 cuando decidió salir a la calle: “fue difícil, no tenía trabajo, había que generar un ingreso, me gustó, el primer día me fue muy bien, “esta padre”, pensé, mientras encuentro algo más, aunque ya no hubo necesidad, a las dos semanas ya tenía eventos agendados, bodas, 15 años”.
Rubén ha recorrido las plazas en Pachuca, Ixmiquilpan, Actopan, Zempoala, Huasca, Omitlán, Tulancingo: “en Real del Monte estoy vetado, algo con la presidencia, pero pienso regresar allá la gente me recibe muy bien, en los negocios me defendieron mucho, pero no quise entrar en conflicto por mi seguridad”; también va a Otumba y Teotihuacán en el Estado de México.
Viajar por el mundo interpretando su chelo es uno de sus planes, sueño que acaricia todos los días: “me encantaría” dice mientras sonríe y sus ojos se iluminan; tiene un repertorio de 40 melodías que interpreta sin ver partituras, acompañado sólo de pistas que se escuchan en una pequeña bocina.
Sus versiones son en la modalidad de pop o rock instrumental con grabaciones de piano; de su autoría esta la improvisación de la música incidental o de escena del cortometraje “Dolor fantasma” que ganó varios premios en la Cineteca Nacional, Street Cello estuvo nominado: “me dieron la historia el libreto y sobre de eso trabaje, nada quedó escrito”.
Depende del día, el clima, de la afluencia de gente, por lo que bien puede recolectar 180 pesos en una jornada o hasta más de mil, se le puede encontrar a los pies de la emblemática Diana Cazadora en Ixmiquilpan; la mayoría de sus presentaciones son en paz, aunque de vez en cuando recibe desaprobaciones o como: “una vez estaba tocando junto al reloj de Pachuca cuando un hombre se acercó y se quería llevar mi cajita, le dije que era mía, la gente me tuvo que ayudar”.
Street Cello pide que los sigan en sus redes: “quiero seguir creciendo, aumentando los números, llegar a más personas y tener más trabajo”, actualmente tiene seis mil seguidores y su meta es terminar el 2023 con 10 mil.